Mi profesora de Matemáticas
Homenaje a Dª Francisca Bustos (08-03-2018)
Reyes Egea García
IES Alquivira (Huéscar)
Es para mí un honor en este 8 de marzo en el que se conmemora el día de la mujer, dedicar unas sentidas palabras (y digo sentidas porque no sólo salen de la memoria sino también de la emoción, en última instancia del corazón) a una mujer que por su ejemplo personal y profesional es el paradigma de mujer luchadora.
Como han dicho en la presentación, soy alumna de Doña Paquita (Doña Francisca Bustos cuando me refería a ella en casa) durante los cuatro cursos que permanecí en este Centro, tres cursos de BUP y COU, desde el año 1979 hasta 1983.
En este periodo de tiempo se fue conformando la opinión que de ella conservo y que es fruto de sucesos que quedaron grabados en mi retina de adolescente, siendo consciente en aquellos años que me encontraba ante una profesora distinta al resto de profesoras y de mujeres que conformaban mi vida.
Durante mi primer curso, doña Paquita se ausentó un tiempo para una operación, y recuerdo su incorporación en un corto espacio de tiempo, tras este incidente ya no recuerdo ninguna otra ausencia de mi profesora de Matemáticas.
Un día de enero, víspera de San Antón, había nevado y la acera de acceso al Centro estaba helada, los pocos alumnos que estábamos en el aula pensábamos que Doña Paquita no podría llegar al Centro (ella siempre lo hacía a pie); miramos entonces por la ventana y vimos el coche de su marido pararse frente a la puerta principal. Bajó sola del coche -entonces tendría doña Paquita unos 68 años-. Alguien tiró una carretilla, continuó andando sobre esa acera con hielo, hasta acceder al centro. Faltaba profesorado ese día y sobre todo faltaban muchos alumnos. Todos los que estamos aquí y la conocíamos sabemos que ese día, como no podía ser de otra manera, doña Paquita dio su clase.
Más tarde comprendí esa manera de actuar suya, cuando nos contó que se encontraba estudiando en la ciudad de Valencia al comenzar la guerra civil, al sonar las sirenas para acudir al refugio, ella se llevaba sus apuntes por si el tiempo de permanencia en él fuera muy largo, no quería perder su tiempo de estudio. Se colocaba debajo de la bombilla y allí continuaba trabajando.
Estos dos ejemplos retratan a una mujer excepcional, por su gran capacidad de trabajo, doña Francisca Bustos, cuando yo la conocí Profesora de Matemáticas del IES La Sagra, directora del Colegio Natalio Rivas, farmacéutica y esposa y madre.
Desde el primer curso, me pareció una mujer peculiar, diferente al resto de mujeres que conocía, era una MUJER DE CIENCIA, le apasionaban las matemáticas y recuerdo ya en 3º de BUP y COU cómo disfrutaba resolviendo problemas complejos en la pizarra; en aquella pizarra que no estaba adaptada a ella, recordemos su edad y que no era muy alta y por tanto sólo podía usar 1/3 de la misma. Recuerdo con cariño cómo terminaba un ejercicio en el ángulo inferior izquierdo de pizarra alta, con números muy pequeñitos. Lo más curioso es que a mí me ocurre igual, termino el ejercicio con números cada vez más pequeños y, cuando estoy atareada en ellos, ante mi clase, siempre menciono a mi profesora de Matemáticas, todos mis alumnos y mis alumnas me han escuchado infinidad de veces hablar de mi profesora de Matemáticas, doña Paquita.
También les digo cuando trabajamos en clase, mi profesora de Matemáticas nos decía:
“No basta con ser bueno, debemos ser buenos y rápidos”.
Esta frase siempre la decía en las pruebas escritas, esas que antes llamábamos exámenes.
Recuerdo una mujer apasionada por su trabajo. En aquellos momentos yo la admiraba como persona, pasado el tiempo he podido admirar a la mujer que fue y a la familia a la que pertenece, su padre y más tarde su marido vieron en ella grandes cualidades y propiciaron que pudiera desarrollar toda una vida profesional.
Contó que había estudiado farmacia para agradar a sus padres; y con la humildad que caracteriza a las grandes personas, decía que obtener el título de farmacia no era mérito suyo, sino de su hermana, porque ella SÓLO tuvo que estudiar los apuntes que su hermana había confeccionado, como si estudiar no fuera esfuerzo para ella.
Me pareció muy interesante cuando un día nos comunicó que había asistido a un Congreso y que íbamos a ver la geometría con un enfoque diferente. Tenía los libros en su mano y nos dijo: “Como yo ya he leído estos libros los bajaré a la biblioteca, seguro que a otra persona les resultarán útiles”.
Y me pareció interesante primero porque continuaba actualizando conocimientos y segundo por su generosidad de dejar los libros en la biblioteca para que todos los pudiéramos utilizar.
Siempre he sentido que la Biblioteca tiene el corazón y algunos libros de Doña Paquita.
Agradezco enormemente haber tenido la suerte de que una mujer como ella estuviera tan cerca de mí durante mi formación académica y me trasmitiera el saber estar, el saber comportarse y el saber trabajar como lo hizo ella. Nos veía por igual tanto a los chicos como a las chicas, sin pretenderlo nos marcó un camino a las mujeres y a nuestras familias para continuar con nuestra formación en la rama de Ciencias, éramos un alumnado numeroso e ilusionado por acceder a la Universidad, además en los grupos de Ciencias había un alumnado significativamente femenino.
Pienso que lo que somos cada uno se lo debemos a cuantos nos han ido acompañando a lo largo de nuestra vida. Una profesora como doña Paquita, en mí dejó una gran huella.
Preparando este Homenaje he descubierto que mi profesora de mi Matemáticas era Química de formación. Este descubrimiento ha sido hermoso para mí que como ella estudié Ciencias Químicas y como ella soy profesora de Matemáticas.
Y repitiendo mi agradecimiento por haber sido invitada a este acto, espero haber sabido transmitir la admiración y cariño que siento por doña Francisca Bustos.
Publicado en Minerva. Revista de Educación, número 5