En el último número del Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez se acaba de publicar un artículo de Mercedes Laguna y Ramón Gómez. Ha aparecido en la nueva edición on-line del Boletín (una recién estrenada edición digital de acceso abierto de la Revista). La edición en papel saldrá hacia el 25 de marzo).
LAGUNA GONZÁLEZ, M., y GÓMEZ LAGUNA, R. (2022). La convicción humanista de Pedro López Carbonero. Huéscar, en los albores del siglo XX. Boletín Del Centro De Estudios «Pedro Suárez», (35), 285–305.
Resumen
En 1902, en Huéscar, el registrador de la propiedad Pedro López Carbonero convirtió −mediante una elaborada obra de ingeniería− un viejo molino harinero de piedras, del siglo XVI, en la primera fábrica de luz de la ciudad. Casi al mismo tiempo, construyó la fábrica de harinas La Pasiega, en la que introdujo, de manera totalmente novedosa en la época y en la comarca, las máquinas para la molienda equipadas con cilindros. Mediante estas y otras empresas, transformó −con su convicción humanista, seguidora de la Institución Libre de Enseñanza− las relaciones laborales, así como las normas sociales de su época.
Palabras clave
Hacer historia, Progreso tecnológico, Ingeniería, Humanismo, Relaciones laborales, Normas sociales, Principios del siglo XX, Huéscar.
Introducción
La familia López Carbonero
Pedro López Carbonero nació en Huéscar en febrero de 1850. Había estudiado Derecho, en Madrid y en Granada, y fue registrador de la propiedad. Era el mayor de los nueve hermanos que formaron la familia López Carbonero: los hijos de Manuela Carbonero y de José López Revuelta.[1]
Pedro comenzó a ir a la escuela en Huéscar, de pequeño-. Fue compañero, entonces, de Eduardo Chalud Sola (quien llegó a ser juez del Tribunal Supremo, y que también había nacido en Huéscar). En 1858, sus padres decidieron que lo mejor para sus hijos era estudiar en Madrid: allí había buenos colegios de Primera Enseñanza y algunos buenos Institutos para la Segunda Enseñanza. Pedro López Carbonero fue alumno de las Escuelas Pías de San Fernando, y, después, cursó el Bachillerato en el Instituto de San Isidro.
Comenzó sus estudios de Derecho en la Universidad de Madrid, en el curso 1864-1865, y en septiembre de 1867 solicitó el traslado de matrícula a la Universidad de Granada, para comenzar el cuarto curso, con 17 años. El 25 de junio de 1870, aprueba el grado de Licenciatura en Derecho en la Universidad de Granada.
[Continuación de este apartado en el artículo completo. Se puede ver abajo]
[1] El estudio de esta familia lo hemos presentado en el libro: Laguna González, M. y Gómez Laguna, R. (2022a) Titulados universitarios de Huéscar. La saga de los López Carbonero. Granada: Torres Editores.
La fábrica de la luz en el Molino del Negro
DESARROLLO TECNOLÓGICO Y BIENESTAR SOCIAL EN HUÉSCAR
Pedro López Carbonero preparó y construyó para Huéscar y su comarca tres empresas, que supusieron un desarrollo tecnológico considerable, tanto en su preparación como en su ejecución. Se trataba de mejoras que repercutían directamente en la economía de la zona, y, por tanto, de alguna manera, en el bienestar de las gentes de la localidades afectadas.
La sociedad para el alumbrado eléctrico en Huéscar
Esta empresa la puso en marcha asociándose para la titularidad —y la inversión económica— con su hermano Antonio López Carbonero, que, durante esos años, era médico de Huéscar. Presentamos la carta de presentación de la Compañía de Electricidad López Carbonero a los posibles abonados.
López Carbonero y C.ª. Sociedad para el alumbrado eléctrico
Muy señor nuestro:
Entre las aplicaciones científicas a las necesidades de la vida, ninguna tan admirable como la del alumbrado eléctrico. Su limpieza, comodidad y baratura han difundido su uso de tal modo que apenas hay pueblo importante en España que no lo haya adoptado.
Huéscar no ha debido ni querido quedar postergada por otros de menos vecindario, y cuenta ya con esa mejora, que la hace conservar el puesto preeminente que siempre ha ocupado entre las ciudades más adelantadas y da idea cabal y justa de su ilustración y cultura.
Al participar a usted tan grata noticia, tenemos el gusto de remitirle las condiciones y tarifa de precios para el suministro de fluido con destino al alumbrado particular, asegurándole que no hemos omitido gastos, sacrificios ni molestias, para que el servicio sea digno de nuestro pueblo y de la acreditada casa Planas, Flaquer y Compañía, constructora de la maquinaria y accesorios.
Si merecen su aprobación nuestros trabajos y nos favorece con su abono, quedarán muy complacidos sus afectuosísimos paisanos y seguros servidores.
Q. B. S. M. (que besan su mano)
López Carbonero y Compañía[1]
Sabemos que fue Pedro el autor principal de la carta de presentación, aunque hizo partícipe a su hermano del proceso. Aunque se trata de un documento comercial, encontramos en la carta la huella del pensamiento del mayor de los López Carbonero. “Entre las aplicaciones científicas a las necesidades de la vida, ninguna tan admirable como el alumbrado eléctrico”. Poner la ciencia y su desarrollo práctico al servicio de las necesidades de la vida diaria: la luz eléctrica en la época era un sol encendido que mejoraba considerablemente las tareas cotidianas.
Los pueblos y ciudades importantes de España ya la han adoptado, llevando a cabo las construcciones apropiadas, adquiriendo los motores y los accesorios necesarios (proporcionados por la empresa más acreditada: la casa Planas, Flaquer y Compañía: “Huéscar no ha debido ni querido quedar postergada por otros de menos vecindario, y cuenta ya con esa mejora, que la hace conservar el puesto preeminente que siempre ha ocupado entre las ciudades más adelantadas y da idea cabal y justa de su ilustración y cultura”.
La compañía eléctrica López Carbonero ha actuado a favor (y en nombre) de Huéscar, manteniendo, así, su lugar principal entre las ciudades que van abriéndose al desarrollo tecnológico. Y este hecho muestra la ilustración y la cultura que son características del municipio.
Al escribir, Pedro López Carbonero, muestra cuáles eran para él los valores fundamentales de los pueblos y de las gentes. Se deduce cuáles eran sus lecturas habituales y en qué tipo de conversaciones le gustaba participar: el desarrollo científico y tecnológico, la mejora de las condiciones de la vida diaria; la ilustración como progreso; la cultura amplia e integradora de campos.
La compañía se dirigía a los clientes particulares, porque el Ayuntamiento, institución a la que se anunció en primer lugar la preparación y puesta en marcha de la empresa, no aceptó (llegado el plazo fijado) dar la concesión del alumbrado público a los hermanos López Carbonero (la empresa eléctrica de Claudio Penalva Navarro se les adelantó poniendo en el convento de Santo Domingo un motor de gasoil para mover la máquina que producía el fluido eléctrico).
También en esta carta —documento de presentación del servicio de suministro de fluido eléctrico— Pedro López Carbonero deja constancia de la ingente tarea que había supuesto la preparación y el desarrollo de la fábrica de la luz, que había transformado el secular Molino del Negro en las riberas de Fuencaliente: “Al participar a usted tan grata noticia, tenemos el gusto de remitirle las condiciones y tarifa de precios para el suministro de fluido con destino al alumbrado particular, asegurándole que no hemos omitido gastos, sacrificios ni molestias, para que el servicio sea digno de nuestro pueblo.”
Proceso de preparación de la fábrica de la luz
La fábrica de la luz del Molino del Negro constituyó la obra de ingeniería en la que Pedro López Carbonero puso un mayor empeño y esmero: fue su legado como “arte de la ingeniería”, tal y como él había leído en el artículo de Francisco Giner de los Ríos, publicado en 1862, y que pudo tener en sus manos cuando ya estaba matriculado en la Universidad de Granada, a partir de 1867, en la facultad en donde también había cursado sus estudios de Derecho Giner de los Ríos[2].
Pondría a Huéscar al nivel de las capitales de provincia (y de las poblaciones más destacadas de España). Convirtió el viejo molino harinero —de piedras movidas por la fuerza del agua— en la primera fábrica de luz de la comarca. Era 1902. Las gentes, admiradas, “vivieron subir la luz a Huéscar, desde Fuencaliente”.
Pedro López Carbonero cuando en 1913 repartió su herencia a sus hijos de Huéscar, hizo, como registrador, que era, una descripción de cada una de las propiedades.
Si la construcción de la fábrica fue una muestra de “el arte de la ingeniería”, la descripción para el registro —y también para sus hijos, y ahora para sus lectores— era un tipo de escrito al que hemos llamado “poética del registrador”: describe la propiedad “explicando y subrayando, deteniéndose, haciendo que el lector -en aquel ámbito legal- se fijase en lo que había construido para la posteridad. Y se la dejó a sus hijos pro-indiviso”. (Laguna & Gómez, 2022a: 29).
Pedro López Carbonero lo escribió cuando hacía ya 11 años que había convertido el Molino del Negro en fábrica de fluido eléctrico.
“Edificio de dos pisos, que fue Molino nombrado del Negro, con un descubierto a sus espaldas, y hoy es fábrica de electricidad.
Rodeado por sus cuatro costados de terreno inculto, destinado a entradas y salidas de la fábrica y tierras colindantes que lo circundan, sirviendo a la vez de ejido al edificio. Tiene una extensión todo de 1520 metros cuadrados, o sea, 15 áreas. Linda por todas partes con las mencionadas tierras de labor, menos por el Norte que confina con el camino de los Lonjas.
Tiene, además, como accesorio, un acueducto de fábrica, con sus paseos laterales, la acequia construida o excavada en los mismos terrenos hasta la acequia de los molinos, que arranca por debajo y a la derecha del desagüe del Molino del Paso.
En las indicaciones de este último y entre la acequia y la rivera de Fuencaliente, existe un trozo de tierra plantado de alameda, con un tablón en el borde de la acequia para descarte de las aguas. Ocupa una extensión aproximada de dos celemines de tierra, o sea, tres áreas, 39 centiáreas.
Lindando por el Norte con el camino, por el Poniente con la acequia. Levante, con la rivera de Fuencaliente y Mediodía con las huelgas del Molino Nuevo, sobre la cual existe la servidumbre del paso de una persona por la reguera, paralelo a la acequia desde el puente o camino del Jurano, hasta el referido trozo de alameda y camino del Molino del Paso. Un favor exclusivamente del Molino del Negro y sus tierras, y como medio de vigilar la aguas y aprovecharlas mejor.
También queda agregada a esta finca la casa que, con terrenos del Molino del papel, estuvo destinada para vivienda del maestro director de la fabricación, con sus ensanches y ejidos, ocupando todo una extensión de cuatro áreas y lindando con tierras de labor y el desagüe del acueducto, que baja a la rivera de Fuencaliente.”[1]
(Escrito por Pedro López Carbonero para copiar en el Registro de la propiedad, en la descripción de esta finca rústica e industrial)
[1] Escritura de compraventa de la propiedad por parte de Pedro López Carbonero a sus cuatro hijos López Lefebvre. Huéscar, 14 de septiembre de 1913, notario, don Antonio Parra. Archivo de Protocolos Notariales de Granada.
[1] Transcripción de la carta —mecanografiada y con copias preparadas en una imprenta de Granada— en la que los hermanos Pedro y Antonio López Carbonero presentaban su compañía de electricidad en Huéscar a los clientes.
[2] En 1859 ya se había licenciado en la Universidad de Granada en Derecho civil y canónico.
[Continuación de esta parte en el artículo completo. Se puede leer abajo]
La fábrica de harinas La Pasiega
En esta época, en torno a 1902, Pedro López Carbonero puso en funcionamiento en Huéscar un tipo especial de molino: una fábrica de harinas sin piedras para moler el trigo ni fuerza de agua que lo moviera. Se trataba de una técnica innovadora: la molienda del trigo con motores de cilindros metálicos.
El molino de cilindros metálicos. En 1836 apareció este nuevo tipo de molino, que venía a sustituir las toscas y pesadas muelas de piedra, inventado por el suizo Jacob Sulzberger (inspirado en los utilizados en las hilanderas y en la laminación de metales). Se trata de dos cilindros metálicos, de un diámetro específico, que girando uno en sentido contrario al otro atrapan el grano por el contacto de una sola línea recta entre las aristas de ambos cilindros consiguiendo una disgregación del grano en todas sus partes sin romperlo. (Sánchez Casado, 2017: 158).
Nota 127: Este molino de cilindros fue rápidamente aceptado por las ventajas que ofrecía frente al anterior: por un lado, se requería menos esfuerzo para moverlo que el que era necesario para mover la pesada masa de las piedras de los molinos tradicionales y, por otro lado, como ya se ha dicho, la presión lineal de los rodillos evitaba la rotura del grano y el calentamiento de la harina que se producía como consecuencia del contacto de la extensa superficie entre las muelas de piedra. (Sánchez Casado, 2017: 158).
Producción en serie y mecanización: también aparecieron nuevas máquinas para la limpieza, el cernido y la selección de granos y harinas que mecanizaron todo el proceso de la fabricación de harinas, hasta entonces manual. La incorporación de estos nuevos inventos a viejos molinos obligó a la modificación de su arquitectura. Los nuevos aparatos ayudaban a los procesos de limpieza del grano y cernido de las harinas, mejorando la calidad de éstas, pero a su vez demandaban más espacio, lo que forzó a levantar una planta, o dos, más para poder ubicarlos. (Sánchez Casado, 2017: 158-159).
En 1900, según Jordi Nadal Oller, había en España 157 fábricas de harinas que utilizaran la tecnología de los molinos mediante cilindros. En 1902, serían unas cuantas más, pero se ubicaban, principalmente, en las ciudades importantes.
Esta fábrica nació ligada a la fábrica de la luz, porque necesitaba la electricidad para funcionar. En el apartado siguiente lo veremos.
Sin embargo, hay un factor importante que se nos escapa si no conocemos el contexto de la época: Pedro López Carbonero, además de estar al día en los últimos avances tecnológicos —lo que suponía leer libros y revistas especializados, y conversar con personas formadas— hubo de formar a sus trabajadores. Es decir, que, en la práctica, fue la primera escuela de formación profesional, especializada y con prácticas en la empresa, de Huéscar.
“Otro inconveniente en la implantación del nuevo sistema [además de la dependencia tecnológica de empresas extranjeras] era la escasa formación por parte de los técnicos españoles encargados de la molturación del trigo: no tenían escuelas especializadas y prácticamente no había textos formativos ni publicaciones especializadas que facilitaran el aprendizaje. Cabe mencionar que los textos más reconocidos se publican a finales del siglo XIX. José Alcover, director de la “Gaceta Industrial” y comercial de la empresa Daverio en Madrid, en 1887 publicó una detallada descripción de la factoría murciana, La Innovadora, considerada por el ingeniero como una harinera modélica, si bien, en el fondo, se trataba de un panfleto divulgativo de la marca Daverio.” (Sánchez Casado, 2017: 169).
La fábrica de harinas la instaló, como hemos dicho, Pedro López Carbonero en la casa que era propiedad de su hermano José. Y lo nombró su colaborador, con participación económica, sobre todo, más que como implicado en el proceso de adiestramiento de los trabajadores y de organización de los mismos.
“Casa denominada con el nº 1 de la Placeta de Maza, hoy [1913] de Alfonso XIII de esta ciudad. Construida en una superficie de 650 metros cuadrados, en la que están incluidos un huerto y corral, edificados en su mayor parte. Consta de tres pisos, en los que se halla montada una pequeña fábrica de harinas. Linda por la derecha con la casa n.º 3 de doña Dolores y doña Concepción Sánchez Carreño. Por la izquierda, con la calle del Carril con la que hace esquina. La espalda, calle de las Francesas. […] Su precio es de 12.500 ptas. (De la escritura de compraventa — donación— de la propiedad por parte de Pedro LC a sus cuatro hijos López Lefebvre[1].
Descripción de la casa —redactada por Pedro López Carbonero— para la escritura).
Pedro López Carbonero la preparó para Huéscar. Dejando el progreso para la ciudad y la herencia para sus hijos: dejó la fábrica de harinas La Pasiega pro-indiviso a los cuatro hijos de su primera esposa, Clara Lefebvre, en septiembre de 1914: María, Pedro, Manuel y José María López Lefebvre.
No solamente dejó la empresa montada y en funcionamiento, sino que dejó a sus hijos la forma de organizar la fábrica, tanto las máquinas como el capital humano que suponían los trabajadores, así como la manera de tratar a los empleados.
En 1967, la fábrica cerró sus puertas, y sus empleados tuvieron que salir de Huéscar (en su mayoría) para ganarse la vida. En 1968, en un intento de sacar partido a la empresa, los propietarios —descendientes de Pedro López Carbonero— hicieron un contrato de arrendamiento de la fábrica a Hilario Carayol. Aunque quedaban muy pocos años para el cierre definitivo.
[1] Escritura de compraventa —donación— de la propiedad por parte de Pedro LC a sus cuatro hijos López Lefebvre. Huéscar, 13 de septiembre de 1913, notario, don Antonio Parra. Archivo de Protocolos Notariales de Granada.
[Continuación de esta parte en el artículo completo. Se puede leer abajo]
Las condiciones laborales en las empresas de Pedro López Carbonero
[Continuación de esta parte en el artículo completo. Se puede leer abajo]
Bibliografía
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
- BIBLIOGRAFÍA
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