Cita introductoria

Toda historia de vida se desarrolla en un espacio de vida. La inscripción de la acción en el curso de las cosas consiste en marcar el espacio de los acontecimientos que afectan a la disposición espacial de las mismas […] ¡Seamos paseantes de los lugares de la memoria!

Paul Ricœur, “Arquitectura y narratividad”.

Resumen

En este artículo, planteamos la necesidad de un enfoque interdisciplinar en los estudios históricos. La filosofía, concretamente la filosofía del tiempo de Paul Ricœur, se propone como una ayuda -necesaria- del mé­todo historiográfico.

Estudiamos un espacio concreto: la plaza de Aden­tro de la ciudad de Huéscar, en Granada. Ubicados en esta plaza repleta de historia, miramos hacia la casa que linda con la Puerta del Sol. Con los datos que conser­van los archivos y las huellas no borradas aún por el tiempo, intentaremos dar luz sobre la historia de esta casa -casa y tienda- y la historia de sus habitantes a lo lar­go de los siglos: en particular, de los siglos XV al XVII.

Resaltaremos la presencia, en el siglo XV, de Don Rodrigo de Manrique, conde de Paredes de Nava, y de su nieto. Más adelante, hacia 1528, Rodrigo de Balboa, remodeló este edificio, que había sido la vivienda de los alcaides árabes y cristianos. Maino de Cernúsculi, en el siglo XVI, otorgará a esta casa -hoy en ruinas- la catego­ría de ser la residencia de un rico empresario italiano, con sus gustos refinados. Juan Gregorio de Olivares, en el XVII, aportó su condición de hombre de letras (universitario humanista) a una casa que albergó su bi­blioteca (una esmerada colección de libros que indica su voluntad de adquirir formación y cultura).

Palabras clave: Espacio, Memoria, Historia, Huéscar, Plaza de Adentro, Puerta del Sol, Paul Ricœur, Rodrigo de Balboa, Juan Gregorio de Olivares.


Plaza de Adentro. Huéscar.
Foto de Jesús Claudio García

Introducción

Si el tiempo -su paso- es fundamental para la comprensión y la escritura de la historia, el espa­cio supone la otra dimensión necesaria en la que se desarrolla el devenir histórico. “Toda la historia de vida se desarrolla en un espacio de vida”. Lo que Ricœur añade a las tendencias de las últimas décadas que subrayan el papel del espacio en la his­toriografía es su consideración de lo que significa la acción vivida como “iniciativa en el presente”, no de un presente puntual -como diría el estudio del tiempo cosmológico y físico-, sino del presente ampliado, que incorpora -de una manera en la que ahora no nos vamos a detener- el pasado (por la memoria y los estudios históricos) y el futuro por la espera (incorporando el cumplimiento de la pro­mesa y la responsabilidad respecto a lo porvenir).

Toda historia de vida se desarrolla en un espacio de vida. La inscripción de la acción en el curso de las cosas consiste en marcar el espacio de los aconteci­mientos que afectan a la disposición espacial de las cosas. Luego, hay que tener en cuenta que el relato de conversación no se limita a un intercambio de memorias, sino que es coextensivo a los desplaza­mientos de un lugar a otro.5

Desde la perspectiva propia de la historiografía, con relación a los espacios y a las casas -como ele­mentos significativos de la historia-, contamos con bastantes estudios recientes, entre los que quere­mos destacar el volumen colectivo Vida cotidiana en la Monarquía Hispánica. Tiempos y espacios6. Así como el de La(s) casa(s) en la Edad Moderna7. Del mismo modo, el libro Arquitectura doméstica en la Granada moderna, en especial, el artículo de Juan M. Martín García, “Historiografía de la arquitec­tura doméstica granadina en la Edad Moderna”8.

En este artículo nos hemos propuesto presentar un estudio que sirva como modelo del quehacer historiográfico sobre el que reflexiona el filósofo Paul Ricœur. Para ello, hemos escogido un lugar concreto, con un espacio construido y reconstrui­do a través de los siglos -en la actualidad en situa­ción ruinosa-. Un edificio -un conjunto de casa y tienda- que apoya sus cimientos sobre la zarpa de la muralla de la que fue villa de Huéscar. Dos casas en una, abiertas a la plaza de Adentro de la ciudad9.

Para el trabajo historiográfico, el filósofo de la hermenéutica considera que la interpretación es un instrumento clave: la interpretación se sitúa a me­dio camino entre la objetividad buscada y la subje­tividad de la que no podemos escaparen la búsque­da y el tratamiento de las huellas de la historia (los archivos, los testigos, el estudio y la comprensión de los acontecimientos), por un lado, así como en la propia escritura de la historia, por otro. Hemos estudiado la posición de Ricœur respecto a la inves­tigación y la escritura de la historia en un artículo anterior10.

Presentamos una aportación a la escritura de la historia sobre la ciudad frontera del Reino de Granada, desde el interior de su plaza de Adentro, junto a la Puerta del Sol (tal y como se llamó a estos espacios durante la época moderna). Buscan­do la huella de la escritura, leeremos cartas y poe­mas; interpretaremos signos, como la construcción del edificio “sobre la zarpa de la muralla” (de esta manera aparece escrito en el reciente documento elaborado por los inspectores del organismo ins­titucional del Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía11). Leeremos distintos estudios de historia sobre la época en este lugar de Granada (desde la conquista de los cristianos hasta el siglo XVIII); documentos de archivos familiares de la nobleza oscense, además de otros documentos de archivo (compra-venta de bienes, inventario de libros de una biblioteca). Pero, además, leeremos e interpretaremos el papel y el significado de elementos y objetos cotidianos que nos hablan -como testigos casi mudos- de la vida cotidiana y de cómo sucedieron acontecimientos significativos.

Dentro de este conjunto de elementos que aportan significado a la historia del edificio, de la plaza y de la ciudad, sobresalen la acequia mayor -dentro del cercado-, el huerto que regaba esta acequia, cruzando la casa, así como los tinajas que don Rodrigo de Balboa compró en Vélez Blanco, en 1531, para su bodega.


Cartas desde la frontera

El 6 de noviembre de 1434, las tropas cris­tianas dirigidas por Rodrigo de Manrique, ca­ballero de la orden de Santiago -comendador de Segura-, conquistan Huéscar12. A finales de noviembre de 1434, escribió una carta al rey Juan II, relatando los acontecimientos: la interpretación -subjetiva, en parte- de los hechos, pero también una interpretación querida y compartida por la sociedad de la época y la situación de cosmovisión concreta.

En esta carta, recogida por Pedro Carrillo Huete en la Crónica del Halconero de Juan II, Manrique nos habla de las fuertes murallas, de la ronda por donde los vigilantes hacían la guardia, del castillo y fortaleza -del alcázar-, de las torres, de la ciudad por dentro, con sus calles.La misiva está escrita“sin los artificios literarios de los cronistas”.13

Don Rodrigo Manrique fue -del año 1434 al 1447- alcaide de Huéscar. Durante este tiempo, fue adquiriendo una hacienda con una serie de propiedades, que heredó después, en la reconquista definitiva de 1488, su nieto, Rodrigo de Manrique, comendador de Yeste y Taibilla. Entre esas propiedades, nos interesan dos: la casa que linda con la muralla, porque hacía las veces de residencia del castillo, y el cortijo de Torralba14.

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Estatua de Jorge Manrique, en Segura de la Sierra

La reconstrucción de la casa

(Los fragmentos anteriores correspondientes a este apartado en el artículo completo…)

La casa no cambió de dueños por compraventa desde 1525 hasta principios del siglo XX. Primero, perteneció al mayorazgo de Balboa (fundado por Rodrigo de Balboa en 1527), luego pasó por herencia -con los consiguientes derechos nobiliarios y de transmisión de bienes- a los marqueses de Corvera- dos años antes del inicio del siglo XVIII-. El descendiente del primer marqués de Corvera vendió definitivamente la casa en el primer tercio del siglo XX.

La remodelación del edificio y la construcción de la nueva vivienda

Hasta el primer cuarto del siglo XX, la titularidad de la casa era de Rodrigo de Balboa y de los herederos que se beneficiaron de su mayorazgo.

Establecemos la siguiente hipótesis -con los datos que manejamos-: hacia 1528, sobre el edificio principal de los alcaides árabes y la sede del asentamiento de los caballeros cristianos, don Rodrigo de Balboa construyó una casa al modo morisco, buscando la funcionalidad, el bienestar y el desarrollo económico. Cuando ya estaba hecha la declaración por parte de “su majestad” del mayorazgo de Huéscar a favor de Rodrigo de Balboa, el regidor de la ciudad se dispuso a preparar y organizar las obras de remodelación y construcción de su vivienda.

De cómo era el tipo de construcciones y diseños de arquitectura de la época moderna en las ciudades andaluzas hacia 1528, nos habla el historiador del arte, Juan Manuel Martín García:

Desde un plano de los procesos históricos que marcan la propia evolución y significación de todas estas transformaciones, podemos señalar que durante la primera fase del Renacimiento en Andalucía (aproximadamente hasta finales de la década de 1520), tanto en lo que se refiere a actuaciones urbanísticas relevantes como a proyectos de arquitectura monumental, se percibe un fuerte condicionamiento derivado del recuerdo, todavía bastante vivo, del pasado musulmán de buena parte de las poblaciones situadas en el mediodía peninsular. […] Allí, la presión de las murallas, el carácter irregular y angosto de las calles y la falta de grandes espacios abiertos con amplias perspectivas va a ser la nota dominante.42


Descripción de la casa

Memoria e interpretación para la descrip­ción de la casa

La mano de obra era morisca -alarifes contrata­dos y sirvientes -, pero don Rodrigo y doña Elvira querían una casa señorial, mejor una casa solariega -de prestigio-, pero que estuviera al servicio de la labor, es decir, que pudiera acoger los frutos de la agricultura y la ganadería, y comerciar con ellos.

Contaba con un solar vastísimo, que llegaba hasta el Paseo de Mona (hoy llamado Paseo del Santo Cris­to). Posiblemente, ya en esta época, al abrirse la ciu­dad, se empezaron a construir viviendas pegadas a la muralla (fuera del cercado), menos esta, de la Plaza de Adentro, que se abría por la parte de atrás con una enorme puerta de madera de dos hojas, más unas puertas supletorias, de cuerpo, en ambos lados.

Además de la vivienda, un huerto-jardín, una bode­ga lateral y una zona extensa de corrales, cuadras, almacenamiento, con variadas dependencias enca­denadas -para los animales, la cosecha, los carros y demás enseres.

El edificio de la vivienda estaba formado por dos plantas, a la derecha del huerto, y una gran cocina con horno de leña a la izquierda. Antes de entrar al huerto, la entrada del portalón de madera se abría mediante grandes pasillos, hacia la habitación come­dor-estar de la derecha y las escaleras que subían al piso superior.

En la primera planta, las habitaciones se sucedían, una detrás de otra -cuatro habitaciones-, a partir de la primera puerta de dos hojas (antes de la balconada). La distribución de las dependencias superiores se re­petía, de manera idéntica, en la planta baja. Cada alcoba se separaba de la otra mediante una puerta de dos hojas, con cuarterones labrados en el centro, junto a los picaportes. En las paredes de separación, en la zona de la izquierda, arriba, un hueco servía de corredor de luz: para la luz natural, durante el día, y para la comunicación de la luz de las velas que se colocaban allí y se iluminaban, durante la noche.

Dos balcones, en la segunda y la tercera habitación, completaban la entrada de la luz del sol, y abrían las habitaciones al huerto-jardín.

Al entrar a la casa, el zaguán -pavimentado de ladri­llo rojo- llevaba al huerto. El huerto se adornaba y perfumaba la casa con árboles frutales, setos y flores; pasaba por en medio la acequia mayor de la ciudad, y lo rodeaban una serie de puertas con ventanas y una balconada de madera que distribuía las habita­ciones del piso de arriba.

Tenía salida al huerto también una cocina con chi­menea, por la que se accedía subiendo siete escalo­nes- a una pequeña alcoba.

El sótano se convirtió en bodega -como veremos-en 1531. Tenía dos entradas: una por la cocina del horno, a la que también se accedía por el huerto, subiendo siete escalones, y otra entrada por la zona de las cuadras y corrales. Por esta zona, el sótano contaba con dos ventanas de iluminación.

La tinaja para el agua fría estaba al bajar las prime­ras escaleras del sótano. En 1531, Rodrigo de Bal­boa compró unas tinajas para almacenar vino de sus cosechas; quería hacer una bodega en el sótano alto que recorría, por debajo, la parte izquierda del huerto. Con la “remodelación” del antiguo semisótano de tiempo de los musulmanes, que, según todos los indicios, supuso la destrucción de los baños templados y calientes, terminaba la edificación entre morisca y castellana de Rodrigo de Balboa. La cocina del horno estaba situada arriba, encima de los antiguos baños.43


Casa de Huéscar en 1914. Conserva la edificación del siglo XVII
Fotografía de Pascual Jiménez Dueñas (Archivo familiar de Rafael Jiménez Uclés)

Casas de Huéscar que todavía conservan hoy los restos de las edificaciones del siglo XVII.
Fotografías de Ramón Gómez Martínez, 2024

Don Rodrigo de Balboa. El mayorazgo de Balboa

(Los fragmentos anteriores correspondientes a este apartado en el artículo completo…)

El documento con referencia número 63 del ar­chivo de la Familia Balboa, está fechado en 1593. Por supuesto, don Rodrigo de Balboa, el padre, ha­bía muerto ya (como también su hijo Gaspar y su nieto Rodrigo Gaspar). Pero queremos mostrarlo aquí porque nos interesa subrayar la descripción de la casa y su situación: en este momento (1593) y, en otros momentos anteriores (1550), ya se presenta dividida como casa y tienda; están situadas en la plaza de “Adentro” de la ciudad, es decir, dentro de las murallas, y lindan por la derecha con la Puerta del Sol (hoy, el Arco del Santo Cristo).

[63] [1593]

Dossier sobre un censo de 12.000 maravedís de principal cargado sobre una casa y tienda sitas en la plaza de «adentro» de la ciudad de Huéscar, las cuales lindan con la Puerta del Sol.34

 

El primer miembro de la casa Balboa que lle­gó a Huéscar estaba casado con doña Elvira Ortigosa. Vivían en Hellín, donde disfrutaban de una vida acomodada, según los cánones de la época. En 1527, logran que se constituya para la familia Balboa el mayorazgo de Huéscar, aun­que residían en la ciudad desde 1520.

Unas tinajas de tener vino que les compró don Rodrigo de Balboa, en 1531

1531, mayo, 17. Huéscar.

Escritura de pago y finiquito otorgada por Hernando de Baeza, sastre, y Lucrecia de León, su mujer, vecinos de Vélez Blanco, a favor de Rodrigo de Balboa, vecino y regidor de Huéscar, de 2.550 maravedís que costaron unas tinajas «de tener vino» que les compró.

ES.18098.AMC/1FBu/01FBA//0286. Bueno. 4 folios44.


Maino de Cernúsculi

Palacio de los Franquis, hoy Archivo de Protocolos de Granada. La casa fue comprada por la familia Franquis en 1655 y después se remodeló, para construir el palacio. (Fotografía del artículo de Girón Pascual, R.M

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Rodrigo de Balboa, el nieto

El regidor de la ciudad esconde a los moriscos en el revellín del castillo

El hijo de Gaspar de Balboa, don Rodrigo de Balboa, el nieto, vuelve a Huéscar y se instala defi­nitivamente en la ciudad, en 1564, tras la muerte de su padre. Heredó el mayorazgo y fue regidor del cabildo oscense.

Don Luis de Mármol Carvajal nos proporciona en el texto que sigue el fundamento para establecer quién fue el nuevo habitante de la casa de la plaza de Adentro a partir de 1564.

A este tiempo los que habían acudido a robar las ca­sas de la morería se llevaron cuanto había en ellas sin haber quién se lo contradijese, y como acudiesen también a la fama del despojo los que combatían las tercias, Pellecín tuvo lugar de favorecer los moriscos y haciendo apagar el fuego, los llevó a la casa de don Rodrigo de Balboa, y de allí a unos sótanos que había en el revellín del castillo, donde los tuvo encerrados unos días por miedo que se los matarían, hasta que su majestad mandó que los metiesen la tierra aden­tro con los demás de aquel reino56.

Subraya Rafael Mª Girón que es “una de las pocas referencias a la familia Balboa en la historiografía anterior al siglo XX”57. Del texto, obtenemos varias pistas decisivas en nuestra investigación. En primer lugar, la casa situada al lado de la Puerta del Sol, en la plaza de Adentro de la ciudad, era propiedad, en la época de la persecución de los moriscos, de los Balboa, en concreto, de Rodrigo de Balboa, nieto del primer Rodrigo de Balboa. Y residía en ella.

Don Rodrigo oculta a los moriscos en los tú­neles de la muralla, a los que se accedía desde el sótano-bodega de su casa. Desde allí -pasados unos días- un túnel los condujo, por debajo del revellín de la muralla (en la esquina con forma de triángu­lo, con doble zona defensiva, de la muralla), fuera del cercado. […]

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En la foto aérea de la casa de la calle Alhóndiga -actual- podemos ver parte de la pieza de piedra correspondiente al adarve de la muralla medieval. (Fotografía de Photolanda, 2016)

Juan Gregorio de Olivares


En la casa de la calle Rodrigo de Balboa -llamada hasta el siglo XVII, plaza de Adentro, y después, calle Alhóndiga-, Juan Gregorio de Olivares tendría su estudio: su despacho de abogado y su biblioteca (a la manera de los ligures genoveses, mirando al jardín).
Fotografía del AHMH.

La etapa de Juan Gregorio de Olivares en la casa

Rodrigo de Balboa, el nieto, murió un poco an­tes de 1583. Años más tarde, un descendiente suyo, Baltasar Rodrigo de Balboa Calvillo, fue también regidor y alférez mayor de Huéscar. Hizo testamento en 1647. Nos interesa porque uno de sus abogados fue el licenciado Juan Gregorio de Olivares.

Juan Gregorio de Olivares, licenciado en Dere­cho, de profesión abogado, era hermano del doctor en Teología, Pedro de Olivares, presbítero en Santa María la Mayor desde 1631. Pedro y Juan Grego­rio eran hijos de Juan López de Olivares, “modesto mercader” de paños que, a finales del siglo XVI, fue haciéndose, a base de trabajo, inteligencia prác­tica y distintas habilidades, un hueco entre la clase pudiente de Huéscar: “pusieron la primera piedra hacia el ascenso social”, según explica Rafael Gi­rón Pascual en el artículo sobre la progresión de los Olivares a lo largo de cuatro generaciones60.

El licenciado Juan Gregorio de Olivares, du­rante muchos años regidor en el cabildo de la ciu­dad de Huéscar, fue nombrado gobernador de la ciudad por el VI duque de Alba, posiblemente de 1644 a 1648, además, era el alcaide del castillo y fortaleza en los años siguientes.

Hay una serie de razones que nos conducen a establecer que -según los indicios- Juan Gregorio de Olivares vivió en la casa de la Plaza de Adentro, junto a La Puerta del Sol, la casa reconstruida por Rodrigo de Balboa, que había sido la residencia de Maino de Cernúsculi y su familia.

Veamos cuáles son estos indicios que se convier­ten en razones:

En primer lugar, su función de gobernador y al­caide de la ciudad, que le hizo conseguirse como vivienda la que había sido el lugar de residencia de los mandatarios de la ciudad históricamente. Como alcaide de la ciudad y de su fortaleza, Juan Gregorio de Olivares, durante unos años, tuvo que recibir al duque de Alba en la fortaleza de la ciu­dad, en donde le preparaban los aposentos para la visita, como se muestra en las actas capitulares del Ayuntamiento de Huéscar. También estuvo ligado a esta ceremonia en varias ocasiones.

11 de septiembre de 1658

En este cabildo el señor teniente de gobernador ex­hibió una carta cerrada que dijo se la había dado el señor alcalde, el señor licenciado Juan Gregorio de Olivares […], y habiéndola visto acordaron que se haga limpiar la fortaleza de esta ciudad y se aderece lo mejor que pueda para su recibimiento [de Su Excelen­cia el Duque], y se busquen tres camas y aderezos de sillas y bufete, y esto se busque entre los vecinos que estuvieren más acomodados para poderlo hacer […].61 


A modo de conclusión

(Los fragmentos anteriores correspondientes a este apartado en el artículo completo…)

El espacio habitado supone, en el planteamien­to filosófico de Ricœur, un signo privilegiado que adquiere categoría de símbolo y de clave interpreta­dora para comprender la historia.

Los habitantes de las casas en las que se ha escrito y vivido parte de la historia de una ciudad son un componente esencial de esta llave de interpretación, con la que nos podemos aproximar al pasado para pensar qué sucedió y cómo eran sus protagonistas.

De entre los habitantes de la casa de la plaza de Adentro de Huéscar -junto a la Puerta del Sol, cuyo flanco derecho era la muralla, con su revellín-, destacamos a Rodrigo Manrique, conde de Paredes de Nava (caballero de la Orden de Santiago, hom­bre de espada y de letras), a Maino de Cernúsculi (comerciante italiano afincado en Huéscar, que dio trabajo y vida a la ciudad, cuidando de sus trabaja­dores cuando tenían problemas73) y al licenciado, Juan Gregorio de Olivares (alcalde y regidor del cabildo oscense: un hombre de letras, que tuvo el favor de dos duques de Alba, y que fue abogado de la ciudad durante bastantes años).

Y, con Juan Gregorio de Olivares, destaca para la historia de la ciudad de Huéscar, su biblioteca privada74, heredada en parte de su hermano, el doc­tor Pedro de Olivares, y otorgada como valor im­prescindible a su hijo y a los habitantes de Huéscar, a través de los siglos (a pesar de que el marido de su nieta la vendió75en Guadix a principios del siglo XVIII, y no se haya conocido su existencia hasta 2009).

El análisis hermenéutico de esta biblioteca, ade­más de sus intervenciones en las sesiones del cabil­do, de 1656 a 1669, junto con los pocos estudios de la historia de Huéscar en los que podemos en­contrar referencias a su persona (y a su familia) nos conducen a situarlo como habitante del espacio-ca­sa de la plaza de Adentro, enfrente de la fortaleza, dentro de la cual -en una de las antiguas torres del castillo reutilizada como pósito-se guardaba el trigo con el que se abastecía a la ciudad.

Las razones -correctamente argumentadas y ex­puestas de manera elegante- del licenciado Oliva­res, con relación a asuntos variados, aparecen re­cogidas de forma pormenorizada en las actas del Ayuntamiento de Huéscar, y perfilan a un caballe­ro letrado -con sólida formación universitaria-, per­teneciente a la oligarquía local, pero con mirada y saber universal -leía en latín las últimas novedades publicadas en Europa-. Manejaba con habilidad el razonamiento matemático en favor del bienestar económico de la ciudad; con esta capacidad, en más de una ocasión, dejó en evidencia retorcidas artimañas urdidas por personajes con poder para enriquecerse a costa de los vecinos.

Continúa en el archivo del artículo completo…

 




Para leer el artículo, sigue el vínculo:

Las huellas de la escritura en el espacio-historia de las casas. (Casa y tienda, junto a la Puerta del Sol, en la plaza de Adentro de Huéscar)

Mercedes Laguna González

Péndulo. Papeles de Bastitania, nº. 21, 2020, pp. 119-144

 

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