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Introducción

 1. La investigación

El libro que el lector tiene en sus manos es una pequeña muestra de la investigación que estamos desarrollando sobre la formación de las élites en la comarca de Huéscar, desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta las primeras décadas del XX: un estudio en torno a las clases poderosas que dieron lugar a la llamada “burguesía” del siglo XIX. Nos centraremos en el papel fundamental que desempeñaron las familias —así como las redes sociales que trenzaron— en la aparición y el protagonismo de esta clase de “notables” (como decía Jesús Cruz en su libro sobre los notables de Madrid en el siglo XIX[1]).

Investigamos, fundamentalmente, el caso de cuatro familias cuyas generaciones se suceden —especialmente— desde la mitad del siglo XVIII, y a lo largo del siglo XIX (aunque, tres de ellas, ya estaban asentadas en Huéscar y su comarca desde el siglo XVI). Unas familias que —en un momento del tiempo— cruzan sus caminos y se emparentan con alguna de las ramas de los otros troncos familiares (de una manera bastante llamativa, dibujando mapas cruzados y bucles de apellidos que se repiten en distintas combinaciones a través de los dos siglos). En concreto, estudiaremos las organizaciones familiares de los Dueñas, los Sánchez-Morales, los Jiménez (Jiménez Muñoz), los Ruiz-Coello. También, señalaremos —de forma más breve— algunos datos sobre los Carreño y los López Carbonero.

Aparecerán —por el camino— la cuestión de la posesión de las tierras, los estudios, los oficios y cargos (eclesiásticos y civiles), la participación en la política. Sus prácticas como comerciantes banqueros y como empresarios industriales. Analizaremos las estrategias y las prácticas de herencia-transmisión y alianza de matrimonio; y las estrategias de adaptación patrimonial.

Estarán presentes, del mismo modo, en nuestra investigación las relaciones con las cuentas del ámbito eclesiástico, las rentas de la Real Hacienda, la participación en las sucesivas desamortizaciones, por una parte, y, por otra, las tareas de administradores de las dos grandes casas de la nobleza en Huéscar: el duque de Alba[2] y el marqués de Corvera[3], que condujo a la compra beneficiosa de sus propiedades, rústicas y urbanas. Todo en este paso lento del antiguo régimen a la edad contemporánea.

2. La diacronía de la Historia

Desde la mitad del siglo XVIII hasta las primeras décadas del XX la historia entrecruzada de estas familias es, en sí misma, una acotación cuyos límites considero adecuados para mi investigación. El corte transversal a lo largo de los años y los siglos, siguiendo la vida, las uniones matrimoniales, las relaciones sociales, las herencias, los asuntos políticos y los pagos a la Real Hacienda, las cuestiones culturales y patrimoniales, la vida de los pueblos y ciudades, todo, en fin, lo que rodea a estos núcleos familiares, constituye el objetivo de este estudio. A manera de un río que se nutre de las aguas que llegan de arriba y se van nutriendo, corriente abajo. En el tránsito, van apareciendo figuras clave para la historia de la comarca de Huéscar y —al mismo tiempo— decisivas, de alguna manera, para la historia de la Alta Andalucía, incluso para la historia de España. 

Es el caso de Domingo Dueñas Gómez de Castro —finales del siglo XVIII y principios del XIX— que fue abogado de la Real Chancillería de Granada, diputado representante del reino de Granada en las Cortes de Cádiz, y, más adelante, miembro del Tribunal Supremo. Andando el siglo XIX, un nieto de su hermano Francisco, llamado Fernando Dueñas López, llegará a ser elegido diputado a Cortes en 1884. Fue un poderoso hombre de negocios, con capacidad para la puesta en marcha de importantes innovaciones comerciales e industriales. Antes y después, encontramos a los miembros de la familia Dueñas —y del resto de las familias estudiadas— ocupando cargos en la política local y en la diputación provincial.

El análisis devuelve, de este modo, al investigador un primer resultado fundamental en el estudio histórico de las relaciones y las redes familiares: las familias no corresponden, en su esencia, con el primer apellido —el apellido del padre— que se conserva a través de la descendencia por vía paterna. Por este camino, vemos que el peso de las familias —con sus entronques de unas con otras— convierte a un núcleo familiar en un eje vertebrador vivo y cambiante a lo largo de los años, las décadas y los siglos.           

Con un ejemplo —muy destacable, por otra parte—, explicaremos el papel de los Sánchez-Morales en la historia, la riqueza, el prestigio de la familia Dueñas en Huéscar y su comarca. Y como, desde finales del siglo XIX, otros apellidos engullen a los Dueñas, nutriéndolos con diversas formas de riqueza, tanto material como inmaterial.

Y es preciso llamar la atención sobre un hecho que puede pasar desapercibido al lector, incluso, ha podido pasar desapercibido a los propios miembros de la familia Dueñas y sus sucesores a través de los años y los siglos: el papel (y la sangre) de los Gómez de Castro y los Marín de Alcázar —del siglo XVIII— en la fortuna y en el estatus social de los Dueñas y de las otras familias —ya de finales del siglo XIX— que se integraron en la familia y que llevaban los apellidos que ahora se conservan (Iriarte, Penalva, Sánchez Carreño, Herrero…). En la mayoría de las ocasiones, desde el final del siglo XIX, en las uniones matrimoniales aparecen miembros destacados de las profesiones liberales: siguen predominado los abogados, pero también hay notarios, médicos, farmacéuticos, especialmente.

Es preciso destacar, del mismo modo, en esta diacronía —esencial a la historia— el papel de algunas mujeres que ya desde el siglo XVIII, supieron mantener el estandarte de las familias en alto, aunque sus maridos habían fallecido, como fue el caso de María López Teruel, la mujer de Pascual Sánchez-Morales en la segunda mitad del siglo XVIII: una mujer culta y adelantada a su tiempo, hija de un confitero de la calle del Conde, que recogió la tradición de los Sánchez-Morales en Huéscar y la lanzó, como una alfombra, hacia las generaciones venideras.

Las otras dos familias de nuestra investigación los Ruiz-Coello y los Jiménez pertenecían a linajes con algún grado de nobleza (explicaremos más adelante los pormenores). En los dos casos, en distintos lugares, los antecesores habían formado vínculos de herencia, y, en el caso de los Jiménez habían pleiteado por conseguir la hidalguía.

Los Ruiz-Coello se unieron con la familia Sánchez-Morales con un enlace matrimonial en 1805. La familia Jiménez emparentó por primera vez con los Sánchez-Morales con dos enlaces en la década de los veinte: 1821 y 1823.

[Continúa en el PDF]

 


https://www.revistadelectio.es/2024/07/04/presentacion-del-libro-casas-tierras-industria


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