5. Las vidas y los trabajos. El trabajo en el campo. La relación con la tierra. Los frutos de la tierra
Después de la guerra, los grandes propietarios —sobre todo en Huéscar— habían perdido muchas vidas en el entorno de la familia más cercana. Por esta y por otras causas, habían perdido poder adquisitivo: la falta de personas que dirigieran y organizaran el trabajo en las fincas, las pérdidas de distinto tipo ocasionadas por la guerra, todo dio lugar a una nueva forma de relación con la tierra por parte de los trabajadores, aunque no fue hasta pasados, como mínimo ocho años (en bastantes casos, muchos más).
Esa nueva forma de trabajo —la nueva forma de relación con la tierra fue el arrendamiento—. El trabajador que podía hacer ese tipo de contrato laboraba las tierras con una cierta autonomía: había de entregar al cabo del año (o en los periodos que se estipularan en cada caso) una renta fija como pago al señor propietario de la finca. Pero tenía libertad de horario, libertad para utilizar su mano de obra en otra finca (si era necesario), de llevar a los hijos mayores a trabajar, a manera de “empresa” familiar. Y, sobre todo, asegurarse el sustento —por lo menos— alimenticio. […]
Mercedes Laguna y Ramón Gómez
En este apartado, solo mencionamos brevemente el papel de la mujer rural como acompañante y como ayuda activa del trabajo de su marido en el campo, tanto cuando el esposo trabajaba como jornalero (o encargado de finca) como cuando, unos años después de la guerra, se pudieron tomar las tierras a renta.
Suponía el cuidado de los animales, incluidos los animales de carga. La recolección de los frutos de la tierra, además de la venta en los mercados de esos productos.
La vida como guardeses de los cortijos daba un papel protagonista a la mujer, que veía multiplicado su trabajo y sus obligaciones.
En este grupo, recordamos a Luisa Gallego, la esposa de Floro Laguna. A Concha Laguna Puentes, la hija de Mercedes.
Paco, Mercedes y sus hijos se irían a vivir al cortijo de la Esperanza en 1940, a la zona destinada a los criados, y harían las funciones de guardeses del cortijo y de la finca […]
Floro buscó para casarse a la mejor mujer que había en Huéscar: Luisa Gallego. Era guapa, inteligente, pero, sobre todo, buena y muy respetuosa con todos. Una mujer entregada a la familia, con un gran corazón […]
Floro subía cada día, puntualmente, sobre su burra al cortijo de la Cueva del Agua donde estaba su trabajo. Cada día, sin descansar más que el domingo. Un día cayó una fuerte nevada […]
Concha Laguna Puentes se casó con Justo Casanova en 1952. Para la boda llevó un vestido confeccionado por su madre y lució espléndida, a sus 22 años, con la mantilla blanca y un collar de perlas que le habían dejado prestada para la boda. Iba preciosa, radiante (Mercedes y Paco estaban viviendo la boda de su primera hija). Justo y Concha se fueron a vivir en 1952, cuando se casaron, al cortijo de la Esperanza, durante siete años. Allí nacieron sus tres primeros hijos…
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