En este verano de 2024, la zona norte de la provincia de Granada ha asistido a la publicación de un libro de Mercedes Laguna González, que une el pasado y el presente a través de las casas, las tierras y la industria de la comarca de Huéscar, y —por conexión histórica— de la comarca de Baza, en el periodo que va de 1750 a 1950. El hilo de unión son los habitantes de algunas de las casas principales y las propiedades de las familias que fueron adquiriendo riqueza y poder en estas zonas del oriente andaluz.

Los Sánchez-Morales en Baza

Los Sánchez-Morales en Baza

Los Sánchez-Morales provenientes de Huéscar, y que se instalaron en Baza a finales del siglo XVIII, son conocidos en nuestra ciudad —especialmente— por el trabajo de investigación de Juan Manuel Segura Ferrer, quien recoge, en su tesis de 2007, datos importantes sobre Julián Sánchez-Morales (regidor y alcalde de Baza, además de miembro destacado de la Sociedad de Amigos del País) y sobre su hijo, José Sánchez-Morales Sola, también alcalde de la ciudad durante bastantes años, y que había establecido contactos de privilegio con la corte hacia la mitad del siglo XIX.

En Baza, conocíamos el lugar en donde estuvo la casa de Julián Sánchez-Morales, en la calle del Agua, así como la casa-palacio de José Sánchez-Morales, entre la Plaza Nueva y el callejón del Trillo. Lo que no sabíamos es que el nieto de José Sánchez-Morales Sola fue arquitecto: diseñó y colaboró en la construcción de algunas casas de Baza que fueron de sus parientes, entre ellas, la casa de la Plaza de San Francisco que hace esquina con la calle del Agua. Era el oscense Alberto Dueñas Sánchez-Morales.

La casa de Mariana Sánchez-Morales (Baza).
Fotografía de Miguel Ángel Gómez Martínez        
            

La casa de José Sánchez-Morales Sola (Baza).
Fotografía de Miguel Ángel Gómez Martínez      
             

Industria en Baza

Respecto a la industria, destacamos, en la conexión con Baza, dos espacios bastetanos que fueron sedes de industrias —hoy en desuso— del siglo XIX y XX:

En primer lugar, la fábrica de salitre de los Grisolía en Baza, que fue montada hacia la mitad del siglo XIX por estos hermanos, caldereros, de origen italiano (también dados a conocer por Juan Manuel Segura). En este libro sobre las élites familiares en la comarca de Huéscar, Mercedes Laguna presenta la relación de los Grisolía con Pedro López Gómez, un rico propietario (que tuvo casa en Baza, en la Cava Alta, hacia 1830), ascendiente de los López Carbonero, que compró a la Real Hacienda la que había sido Fábrica de Salitre de Castilléjar, dependiente de la corona. Además, siguiendo la descripción de la escritura de venta, la autora ha localizado la ubicación de la fábrica de salitre de los Grisolía en Baza, en el Cortijo de los Camus, por encima de la Fuente del Alcrebite.

Cortijo de los Camus, cerca de la fuente del Alcrebite (Baza), en donde estuvo la fábrica de salitre de los Grisolía a mediados del siglo XIX. Fotografías de Ramón Gómez Martínez

La fábrica de harinas y la almazara en el antiguo convento de San Jerónimo

En segundo lugar, aparece en esta investigación una referencia importante respecto a la fábrica de harinas y a la almazara del antiguo convento de San Francisco, que fueron vinculadas —en forma de préstamo— en el proceso que siguió a la desamortización de Mendizábal, a una Sociedad económica e industrial con sede en Huéscar, que contaba con capital de Fernando Dueñas López y de dos empresarios de Lorca: la Sociedad Dueñas, Ruano y Compañía.

Unos años más adelante, fue comprada (venta con derecho de retracto), por Alberto Dueñas Sánchez-Morales, natural de Huéscar, y Domingo Castellano Mendieta, natural de Granada. El 16 de septiembre de 1882. Sabremos también (tras la lectura del libro) a quién y por qué dejó Alberto Dueñas Sánchez—Morales, en 1911, su mitad de la fábrica de harinas y aceite del antiguo convento de San Jerónimo.

 

Antiguo convento de San Jerónimo (Baza). Lugar en donde estuvo la fábrica de harinas y la almazara, que fue propiedad de la Sociedad Dueñas, Ruano y Compañía. Fotografía de Miguel Ángel Gómez Martínez

Casas, calles, tierras e industria. Huéscar

El libro devuelve luz sobre las casas y las calles de Huéscar que constituyen su casco histórico, en especial la Plaza Mayor (que se construyó fuera de la muralla), la calle Carril y la calle Mayor —más allá de las casas blasonadas del siglo XVI y XVII; y más allá de las que presentan al observador un valor artístico y estético incuestionable, como es la Casa Penalva, pero igualmente interesantes para comprender cómo era Huéscar y quiénes eran sus habitantes—. Todavía hoy se pueden encontrar en el interior de estas casas (que unen el tiempo y el espacio a lo largo de los años), los vestigios de la construcción del siglo XVII, los muebles y las remodelaciones del siglo XVIII, además de la recuperación y el esplendor otorgado a algunas por los descendientes de estas familias durante el siglo XIX y el XX.

Al mismo tiempo, al investigar las propiedades y la industria promovida por las familias de las élites, descubrimos documentos valiosos sobre los arrendatarios de las tierras, los molinos harineros, los molinos de papel, los jornaleros y, en general, todos aquellos —hombres y mujeres de Huéscar y su comarca— que trabajaban en el entramado social y humano que han compuesto estos dos siglos de historia.

La comarca de Huéscar

Respecto a los pueblos que forman y formaban la comarca de Huéscar, destacamos, a manera de hitos clave: primero, la Real Fábrica de Salitre de Castilléjar, ya señalada, y cuya existencia no era conocida hasta el artículo de Laguna González publicado en el último número de la Revista Péndulo. Segundo, a José María Muñoz Toral, de Castril, que fue diputado provincial en varias ocasiones, y que llegó a ser presidente de la Diputación de Granada; y cuyos bienes —junto con los de su esposa Matilde González, que era de Gor— supusieron una aportación decisiva para la construcción de la llamada “Casa de las Niñas” en la Placeta de Maza de Huéscar.

Las referencias a las localidades de Orce, La Puebla, Bugéjar, incluso Benamaurel (aunque este última no pertenezca a la comarca de Huéscar) aparecen en este libro que, como decimos, abarca los 200 años que van de 1750 a 1950.




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